martes, 15 de mayo de 2018

2 SAMUEL. CAPÍTULO 5

David, rey de Israel (1 Cr 11,1-3; Sal 78,70-72)

51Todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a decirle a David: 2-Aquí nos tienes. Somos de la misma sangre. Ya antes, cuando todavía era Saúl nuestro rey, tú eras el verdadero general de Israel. El Señor te dijo: <<Tú pastorearás a mi pueblo, Israel; tú serás jefe de Israel>>.
3Fueron, pues, a Hebrón todos los concejales de Israel para visitar al rey. El rey David hizo un pacto con ellos, en Hebrón, ante el Señor, y ellos ungieron a David rey de Israel. 4Tenía treinta años cuando empezó a reinar, y reinó cuarenta años; 5en Hebrón reinó sobre Judá siete años y medio, y en Jerusalén reinó treinta y tres años sobre Israel y Judá.

Conquista de Jerusalén (1 Cr 11,4-8; 14,1-7)

6El rey y sus hombres marcharon sobre Jerusalén, contra los jebuseos que habitaban el país. Los jebuseos dijeron a David:
-No entrarás aquí. Te rechazarán los ciegos y los cojos. (Era una manera de decir que David no entraría).
7Pero David conquistó el alcázar de Sión, o sea, la llamada Ciudad de David.
8David había dicho aquel día:
-Al que mate a un jebuseo y se cuele por el túnel...* A esos cojos y ciegos los detesta David. (Por eso se dice: <<Ni cojo ni ciego entre en el templo>>).
9David se instaló en el alcázar y lo llamó Ciudad de David. Después edificó una muralla en torno, desde el terraplén hacia adentro.
10David iba creciendo en poderío y el Señor de los ejércitos estaba con él. 11Jirán, rey de Tiro, mandó una embajada a David con madera de cedro, carpinteros y canteros para construirle un palacio. 12Así comprendió David que el Señor lo engrandecería como rey de Israel y que engrandecería su reino por amor a su pueblo, Israel. 13Después que vino de Hebrón, David tomó en Jerusalén otras concubinas y esposas, que le dieron más hijos e hijas. 14Los nombres de los hijos que tuvo en Jerusalén son: Samúa, Sobab, Natán, Salomón, 15Yibjar, Elisúa, Néfeg, Yafía, 16Elismá, Baalyadá y Elifálet.

Batallas con los filisteos (1 Cr 14, 8-16; Sal 18,33-43)

17Cuando los filisteos oyeron que habían ungido a David rey de Israel, subieron todos a por él. David se enteró y bajó al refugio de Adulán. 18Los filisteos habían llegado y se habían desplegado en Valrefaín. 19David consultó al Señor:
-¿Puedo atacar a los filisteos? ¿Me los entregarás?
El Señor respondió:
-Atácalos que yo te los entrego.
20David fue a Baal Perasin*, y allí los derrotó. Y comentó:
-El Señor ha abierto una brecha en el frente enemigo, como brecha de agua en un dique. (Por eso aquel sitio se llama Las Brechas).
21Los filisteos dejaron abandonados allí sus ídolos; David y sus hombres los recogieron. 22Los filisteos hicieron otra incursión y se desplegaron en el Valle de Refaím. 23David consultó al Señor, que le respondió:
-No ataques. Rodéalos por detrás, y luego atácalos frente a las moreras. 24Cuando sientas rumor de pasos en la copa de las moreras, lánzate al ataque, porque entonces el Señor sale delante de ti a derrotar al ejército filisteo.
25David hizo tal como le mandó el Señor, y derrotó a los filisteos desde Gueva hasta la entrada en Guézer.

Explicación.

5,1-5 Eliminados Abner e Isbaal, David atrae todas las esperanzas. La oposición de Israel a Judá queda cubierta por un sentimiento más fuerte de hermandad. Lo que Abimelec decía los de Siquén, para apoyar su candidatura real (Jue 9) lo confiesan a David las tribus. David no es un extranjero impuesto, y podrá librar a los suyos del poder extranjero.

Un oráculo del Señor confirma la experiencia de años mejores. Este oráculo emplea la tradicional imagen del jefe-pastor, que en el caso de David adquiere resonancias particulares (véase Sal 78,70-72).

El pacto entre rey y pueblo tiene algo de constitución: implica un juramento de lealtad mutua y contiene normalmente una serie de cláusulas. Los ancianos, como responsables de todo el pueblo, hacen de intermediarios en la unción.

Como vemos, David ha comenzado señalándose por sus cualidades en una serie de circunstancias militares, hacia fuera y hacia dentro; los acontecimientos muestran un día que David es el hombre que se necesita. Este modo de descubrir, reconocer, designar, es una elección de Dios. Los oráculos no son operaciones milagrosas. Es curioso que estos oráculos se recuerden más tarde, a la luz de los acontecimientos: 3,10 (Abner), 3,18 (Abner), 5,2.

5,6-9 La conquista de Jerusalén y su establecimiento como capital del reino sucedió ciertamente después de la victoria definitiva sobre los filisteos; probablemente después de otras campañas exteriores. El autor tiene mucho interés teológico en juntar la elección de David rey y la de Jerusalén capital. En adelante van a formar una fuerte unidad, como nueva elección del Señor y arranque de una nueva etapa histórica. En este sentido es justo poner los dos hechos juntos en el arranque de la narración. La intención teológica impera sobre la cronología.

Saúl se había quedado en su aldea, como los jueces tribales, para gobernar desde allí. Loma de Benjamín no reunía condiciones estratégicas ni tenía prestigio especial, además de estar muy ligada a la tribu de Benjamín. David ha residido en Hebrón, sitio excelente para un rey de Judá, ciudad bastante céntrica y aureolada con el recuerdo de Abrahán. Pero para unificar y gobernar a todo Israel, Hebrón no basta: está demasiado ligada a una tribu y cae demasiado al sur. David decide estrenar capital: una ciudad sin vínculo tribal, conquista suya personal, bien situada y de gran valor estratégico.

Es la antigua Urushalimu, ciudad hasta ahora inexpugnable para los israelitas, enclave cananeo en la montaña central, que ha dividido las tribus. Jerusalén es un símbolo de la persistencia y resistencia cananea no domada -Jue 1,8 adelante acontecimientos para ofrecer una síntesis-. No son sólo los filisteos quienes impiden la ocupación de la tierra prometida.

La decisión de David es un acto de audacia y de clarividencia. De audacia, porque es dificilísimo conquistarla, y un ataque fracasado podría desprestigiar al nuevo rey. Clarividencia, como muestra la historia sucesiva hasta hoy: Jerusalén adquiere para Israel, y más tarde para los judíos, un valor espiritual que supera ampliamente su valor geográfico, estratégico, urbanístico. Jerusalén será el segundo polo de la escatología.

Más inexpugnable que la ciudad parece el texto bíblico, que muchas generaciones de exegetas no han logrado descifrar. Aun reuniendo los datos de Samuel con los de Crónicas, no llegamos a una explicación satisfactoria. Una de las hipótesis más atractivas ve las cosas así: David pone asedio a la ciudad, los defensores se burlan de los ataques, "ciegos y cojos bastan para recharzarlos" (tan segura es la ciudadela); David, quizá después de ataques infructuosos y de largo asedio, promete algún privilegio a quien penetre en la ciudad; entonces algunos soldados logran colarse y subir por el túnel de acceso al manantial, y desde dentro facilitan la entrada de los demás.

Se trata de una hipótesis acerca del modo; la sustancia es que David, con esta conquista, se suma a los héroes de la conquista bajo Josué, somete el baluarte simbólico de los cananeos, dispone de una capital. (Quizá el capítulo 14 del Génesis tenga que ver con el presente hecho: allí el patriarca de Hebrón rinde homenaje al sacerdote de Jerusalén).

5,8 * Texto dudoso. Lv 21,18; Mt 21,14.

5,9-12 El autor sigue adelantando datos. El crecer en poderío adelante su dominación fuera de las propias fronteras. El comercio con Jirán rey de Tiro sólo puede caer al final del reino de David, cuando Jirán comienza a reinar sobre Tiro; David comenzaría por reforzar el baluarte y sólo al final de su reino construiría un palacio.

5,12 Meditando sobre los hechos, derrota de filisteos y cananeos y fundación de la nueva capital, David llega a comprender su destino religioso: es un rey por la gracia de Dios al servicio del pueblo. Elección, no como privilegio, sino como función. Dado que el pueblo es del Señor, David es un vasallo y mediador al servicio de ese pueblo. Su especie de vasallaje en Gat y el probable vasallaje en Hebrón son pura sombra de la nueva situación histórica. Sal 18,49.

5,13-16 El futuro heredero se cuenta entre los hijos nacidos en Jerusalén, no entre los de Hebrón.

5,17-25 Cronológicamente ésta es la primera tarea de David en cuanto rey de la monarquía unificada. El autor resume en brevísimo espacio sucesos que debieron de durar varios años; se fija en un par de batallas. A esta época pertenecen algunos datos que se leen en el apéndice (2 Sm 21 y 23). Allí se habla de repetidas batallas y de hazañas personales de sus mejores soldados.

David presenta batalla en la zona montañosa, donde los filisteos se desenvuelven con menos medios y mayor dificultad. Valrefaín o Valle de los Gigantes (para el pueblo Valle de las Animas) está situado junto a Jerusalén, donde los filisteos se encuentran protegidos por el enclave jebuseo de Jerusalén, mientras David, evitando las ciudades, se refugia en el paraje que tan bien conoce de Adulán (1 Sm 22,1.4; 24,13). Desde allí iría agrupando tropas y despachando pequeñas incursiones contra los filisteos. Del capítulo 23 se desprende que éstos están instalados también en Belén.

Los filisteos acampan en terreno ventajoso, llano, en el valle que arranca al sudoeste de Jerusalén y se alarga hacia poniente. David parte de Adulán, rodea por occidente, sube a Persasin (Las Brechas) y desde el norte ataca y pone en fuga al enemigo.

5,21 Los ídolos se llevan al campo de batalla como protección. Israel paga ahora a los filisteos la captura del arca (1 Sm 4). Son el trofeo más valioso.

5,22-25 Los filisteos insisten en el mismo sitio, que consideran ventajoso. El oráculo del Señor ofrece esta vez un signo no tan fácil de entender: se trataría del rumor del viento en las copas de las moreras. Otros interpretan en nombre como toponímico, "en las alturas de Becaim".

La localidad de Gob figura varias veces en el capítulo 21. Guézer queda al oeste, cerca de la Pentápolis filistea; probablemente estaba entonces bajo su dominio. A la batalla decisiva contra los filisteos alude 8,1.

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