martes, 15 de mayo de 2018

2 SAMUEL. CAPÍTULO 22.

Salmo de David (Sal 18)


221Cuando el Señor lo libró de sus enemigos y de Saúl, David entonó este canto:

<<2Señor, mi roca, mi alcázar,
mi libertador.
3Dios mío, peña mía,
refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora,
mi baluarte,
mi refugio, que me salvas
de los violentos.
4Invoco al Señor
de mi alabanza
y quedo libre
de mis enemigos.
5Cuando me cercaban
olas mortales,
torrentes destructores
me aterraban,
6me envolvían
los lazos del Abismo,
me alcanzaban
los lazos de la muerte,
7en el peligro
invoqué al Señor,
invoqué a mi Dios:
Desde su templo
él escuchó mi voz,
mi grito llegó a sus oídos.
8Tembló y retembló la tierra,
vacilaron
los cimientos del cielo*,
sacudidos por su cólera.
9De su nariz se alzaba
una humareda,
de su boca un fuego voraz,
y lanzaba ascuas al rojo.
10Inclinó el cielo y descendió
con nubarrones bajo los pies;
11volaba a caballo
de un querubín,
se cernía sobre las alas
del viento,
12envuelto en un toldo
de oscuridad,
denso aguacero
y nubes espesas;
13al fulgor de su presencia
se encendían centellas*;
14el Señor tronaba desde el cielo,
el Soberano hacía oír su voz.
15Disparando sus saetas
los dispersaba,
su relámpago los enloquecía.
16Apareció el fondo del mar
y se vieron
los cimientos del orbe,
al bramido del Señor,
con su nariz
resoplando de cólera.
17Desde el cielo
alargó la mano y me agarró,
para sacarme
de las aguas caudalosas,
18me libró
de un enemigo poderoso,
de adversarios
más fuertes que yo.
19Me hacían frente 
el día funesto,
pero el Señor fue mi apoyo:
20me sacó a un lugar espacioso,
me libró porque me amaba.
21El Señor me pagó mi rectitud,
retribuyó
la pureza de mis manos,
22porque seguí
los caminos del Señor,
y no me rebelé contra mi Dios;
23porque tuve presentes 
sus mandatos,
y no me aparte
de sus preceptos;
24estuve enteramente de su parte,
guardándome de toda culpa;
25el Señor retribuyó mi rectitud,
mi pureza en su presencia.
26Con el leal tú eres leal,
con el íntegro tú eres íntegro,
27con el sincero tú eres sincero,
con el taimado tú eres sagaz.
28Tú salvas al pueblo afligido,
tu mirada humilla
a los soberbios*.
29Señor, tú eres mi lámpara;
Señor, tú alumbras
mis tinieblas.
30Fiado en ti
me meto en la refriega,
fiado en mi Dios
asalto la muralla.
31El Dios de conducta perfecta,
el Señor
de promesa acendrada,
es escudo
para los que a él se acogen.
32¿Quién es Dios
fuera del Señor?
¿Qué roca hay fuera
de nuestro Dios?
33Dios es mi fuerte refugio,
me enseña
un camino perfecto;
34él me da pies de ciervo
y me coloca en las alturas;
35él adiestra mis manos
para la guerra
y mis brazos
para tensar la ballesta.
36Me prestaste
el escudo de tus victorias,
multiplicaste tus cuidados
conmigo.
37Ensanchaste el camino
ante mis pasos,
y no flaquearon mis tobillos.
38Perseguiré al enemigo
hasta extirparlo,
y no volveré
sin haberlo aniquilado.
39Los destruiré*, los derrotaré,
no podrán rehacerse:
¡cayeron bajo mis pies!
40Me ceñiste de valor
para la lucha
doblegaste
a los que se me resistían;
41hiciste volver la espalda
a mis enemigos,
reduje al silencio
a mis adversarios.
42Pedían auxilio,
nadie los salvaba;
gritaban al Señor,
no les respondía.
43Los reduje a polvo de la tierra,
los desmenucé
como barro de la calle.
44Me libraste de las contiendas
de mi pueblo,
me reservaste
para cabeza de naciones.
Un pueblo extraño
fue mi vasallo,
45los extranjeros me adulaban,
me escuchaban
y me obedecían.
46Los extranjeros flaqueaban
y salían temblando
de sus baluartes.
47¡Viva el Señor,
bendita sea mi Roca!
Sea ensalzado mi Dios,
Roca salvadora:
48el Dios que me dio el desquite
y me sometió los pueblos;
49que me sacó
de entre los enemigos,
me levantó
sobre los que me resistían,
y me salvó del hombre cruel.
50Por eso te daré gracias
ante las naciones,
y tañeré, Señor, en tu honor:
51Tú diste gran victoria a tu rey,
fuiste leal con tu Ungido,
con David y su descendencia
por siempre>>.


Explicación



Este salmo, con ligeras variantes es el salmo 18 del Salterio. La atribución a David no es segura.


La forma es de acción de gracias al Señor recitada en presencia de la comunidad: el contexto litúrgico explica el paso de la segunda a la tercera persona. El favorecido cuenta a los presentes el beneficio insigne recibido de Dios; puede desdoblarlo en una descripción de la situación desesperada, una descripción del acto salvador, y algunas reflexiones. El cantor se hace testigo de Dios ante la comunidad.

En algunos versos el favorecido le cuenta al Señor los favores que él mismo le ha hecho. No parece lógico este contar al protagonista su proeza, mucho menos si el protagonista es Dios que la conoce mucho mejor; pero semejante modo de orar indica un momento de intimidad y de profundo reconocimiento. No necesita saberlo el Señor, pero quiere escucharlo, plegándose a oyente de lo que sabe. Hablando así al Señor en segunda persona, la sinceridad es absoluta.

La primera parte del salmo tiene una construcción muy clara. Después de una invocación cumulativa, describe el peligro mortal en que se encontraba, la teofanía del Señor y la liberación; después reflexiona sobre el motivo de esa liberación y enuncia un principio general sobre la conducta de Dios.

En la segunda parte se repiten los mismos temas de modo irregular. Es posible descubrir un par de veces el siguiente esquema: acción de Dios en segunda persona, efecto en los enemigos, acción del salmista. El final empalma con el comienzo en la invocación, a la vez que repite el tema dominante.

Teología. Supuesta la concepción del universo en tres planos, cielo, tierra, abismo, el salmo se proyecta sobre un eje vertical que domina el plano horizontal. El protagonista, situado en la tierra, se encuentra rodeado, envuelto, sin escapatoria; la invasión del océano abismal cierra definitivamente el cerco. En su dimensión, el hombre es importante, necesita trascenderla con una tercera dimensión de altura: es la dimensión de Dios.

Dios aparece en la altura, cerniéndose sin límites, bajando para auxiliar; y ya la visión empieza a liberar al hombre de su estrechez insuperable. Después viene la acción, que se expresa en dos direcciones: romper el cerco, dar anchura y espacio (20.37); y más aún levantar, poner en lo alto (34.49). Varios títulos divinos expresan directa o indirectamente esa altura: roca, alcázar, baluarte.

El mundo de la muerte y del peligro extremo están vistos como elementos profundos: abismo (6), fondo del mar, cimientos del orbe (16).

Paralelamente al movimiento en el eje de los elementos, se colocan verticalmente ataque y derrota: los enemigos se levantan, son, en hebreo, "los que se levantan" (40.49), la derrota es caída sin levantarse (39), es curvarse, rebajarse, ponerse bajo los pies (39.40.48).

Ahora bien, esta victoria que se canta como don de Dios, ha exigido la lucha humana. Muchos términos hablan de la guerra, pero era Dios quien enseñaba y entrenaba y auxiliaba a David. A este campo pertenecen los motivos de flaqueza y firmeza, y los títulos divinos "refugio", "escudo".

22,2-3 La invocación inicial añade diez títulos al nombre del Señor: títulos referidos al salmista y sentidos personalmente ("mío", "mi"). Algunos van a reaparecer, incluso para marcar secciones: roca (3.32.47) y la variante peña, escudo (3.31.36), libertador (2.44). La raíz de "salvación" se hace palabra clave (3.4.28.34.42.47.51), sobre todo unida a los sinónimos liberar y libertar (2.44.18.49).

22,4 El Señor es objeto y tema de su alabanza, de sus himnos. Al principio encontramos el verbo técnico del himno (hll), al final el verbo técnico de dar gracias (hwdh). Dos polos que unifican la actitud del salmista.

22,5-6 El peligro mortal primero en la imagen mítica de un océano con torrentes, que arrolla y engulle; después en la imagen cinegética de redes y lazos. O sea, el hombre como pobre animal acosado y como existencia débil, enfrentada con fuerzas insuperables e incomprensibles (véanse Jon 2 y Sal 42).

22,7 El peligro es etimológicamente el aprieto o el cerco. El templo es la morada celeste. El grito de la súplica humana puede salvar la distancia hasta el mundo celeste. Fonéticamente son parecidos "grito" y "salvar".

22,8-16 La teofanía despliega factores de una tormenta, con la respuesta de la tierra en forma de terremoto. Un tema tan frecuente en el AT resulta individual por la personalización antropomórfica del Señor (como Hab 3) y por varios rasgos descriptivos. Dios es una figura corpórea, de dimensiones cósmicas: respira humo, vomita fuego, cabalga nubes, dispara rayos, grita truenos. La entera creación se agita y se descubre en su presencia. * = O: de los montes.


22,8 El salmo 18 dice "cimientos de los montes", paralelo de los cimientos del orbe. Es extraña la representación de un cielo cementado; Job 26,11 habla de las columnas del cielo. Leyendo la variante del texto hebreo presente, se subraya el movimiento de descenso: desde el cielo (8) hasta el fondo del mar (16): totalidad vertical.


22,9 La humareda es lo único que se alza; algo así como humo de volcán.

22,11 Las nubes empujadas por el viento están vistas como un cuadrúpedo alado (toro, león, etc.), que es la figura de los querubines mitológicos.

Véanse sobre todo Ez 1 y 10.

22,13 * El salmo dice "las nubes se deshicieron en granizo y centellas".

22,14 El salmo 29 estiliza la tormenta en siete truenos del Señor. Esta voz de Dios es respuesta a la voz del hombre (7).

22,15 Complemento implícito son los enemigos. Se trata del terror pánico: Ex 14,24; Jos 10,10; 1 Sm 7,10.

22,17-20 Sigue la imagen corpórea; se describe la liberación igualando los enemigos a las aguas caudalosas, sin perder la imagen de "acoso-apoyo". En la última frase comienza la reflexión sobre los motivos de Dios: el primero de todos es la benevolencia, el amor. Pura iniciativa del Señor.

22,21-25 Los otros motivos son méritos humanos: fidelidad a la persona (24), obediencia a sus mandatos, justicia de sus obras que se realiza como respuesta a Dios; doctrina clásica de la retribución. Las expresiones no coinciden con las tradicionales de la predicación deuteronómica. Justicia y pureza encierran en inclusión la serie positiva y negativa.

22,26-28 Lo que ha experimentado en sí es un modo constante de actuar de Dios: se corresponden las actitudes de Dios y del hombre; pero en un punto se rompe la correspondencia, y es en esa predilección de Dios por el humilde y afligido.

La frase final es en el salmo "humillas los ojos soberbios". El principio general está en segunda persona, personalizando la confesión: el salmista le dice a Dios cómo lo ve él.

22,28 * O: humillas los ojos soberbios. * O: perseguía, no volvía.

22,29 El título, en posición casi central, se aparta de las imágenes dominantes, aunque se relaciona con el brillo y la oscuridad de la teofanía.

22,31-32  Recogiendo los títulos "escudo", "roca" y el "acogerse", estos versos hacen resonar en posición central la invocación inicial. Así resalta la confesión de fe en el Dios único.

22,33-35 Agilidad y fuerza son las dos cualidades básicas del guerrero.

22,36-37 Disposición quiástica con los versos precedentes: "Pies-ballesta-escudo-pasos". Retorna a la segunda persona.

22,38-39 Mientras el salmo parece hablar de un futuro repetido, el primer verso de nuestro texto indica un futuro intencional y arrastra los siguientes. Además, estos dos versos responden a los anteriores como la acción del salmista a la del Señor.

22,39 * O: los derroté y no pudieron.

22,42 En oposición al grito del salmista (7).

22,44-46 Estos versos suenan a resumen y balance de un reinado: David, que comenzó sus días perseguido a muerte, ha logrado superar las rebeliones internas y ha extendido su soberanía a los pueblos vecinos. "Cabeza de naciones" está en consonancia con las imágenes de eje vertical que gobiernan el salmo. Corregimos levemente el texto hebreo.

22,47-49 Retorna a la invocación con títulos y predicados de Dios, todos referidos al salmista: siete entre todos.

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