martes, 15 de mayo de 2018

2 SAMUEL. CAPÍTULO 20.

Sublevación de Sebá

201Estaba allí por casualidad un desalmado llamado Sebá, hijo de Bicrí, benjaminita, que tocó la trompa, y dijo:
-¿Qué nos repartimos nosotros con David? ¡No heredamos juntos con el hijo de Jesé! ¡A tus tiendas, Israel!
2Los israelitas, dejando a David, siguieron a Sebá, hijo de Bicrí, mientras que los de Judá, desde el Jordán hasta Jerusalén, siguieron fieles al rey.
3Cuando David llegó a su palacio de Jerusalén, encerró en el harén a las diez concubinas que había dejado al cuidado del palacio; las mantenía, pero no se acostó con ellas; quedaron como viudas de por vida.
4Luego ordenó a Amasá:
-Moviliza a los hombres de Judá. Tienes tres días. Luego preséntate aquí.
5Amasá marchó para reclutar a los de Judá, pero se retrasó del plazo señalado. 6David dijo entonces a Abisay:
-Sebá, hijo de Bicrí, nos va a ser ahora más peligroso que Absalón. Vete con los soldados a perseguirlo; que no llegue a las plazas fuertes y se nos escape.
7Salieron, pues, con Abisay, Joab, los quereteos, los pelteos y todos los campeones de David; salieron de Jerusalén en persecución de Sebá, hijo de Bicrí. 8Cuando estaban junto a la piedra grande que hay en Gabaón, apareció Amasá. Joab llevaba sobre el uniforme un tahalí con la espada envainada, ceñida al muslo: la espada se le salió y cayó. 9Joab saludó a Amasá:
-¿Qué tal estás, hermano?
Y mientras lo besaba, le agarró la barba con la mano derecha 10(Amasá no se guardó de la espada que aún tenía Joab en la izquierda) y le clavó la espada en la ingle, le salieron fuera los intestinos y, sin necesidad de otro golpe, Amasá murió.
Joab y su hermano Abisay persiguieron a Sebá, hijo de Bicrí.
11Uno de los soldados de Joab se colocó junto a Amasá y dijo:
-¡Los Joab y los de David, que sigan a Joab!
12Amasá seguía bañado en su sangre, en medio de la calzada. Aquel hombre, viendo que todos los que llegaban junto al cadáver se paraban, retiró a Amasá de la calzada al campo y le echó encima un paño. 13Cuando el cadáver quedó fuera de la calzada, todos siguieron a Joab en persecución de Sebá, hijo de Bicrí.
14Sebá pasó por todas las tribus de Israel. Después se fue a Prado de Bet* Maacá, y todo el clan de Bicrí se metió allí detrás de él. 15Llegó Joab y cercó a Prado de Bet Maacá; levantó un terraplén contra la ciudad y los soldados de Joab comenzaron a socavar la muralla.
16Una mujer hábil de la ciudad, plantada en el bastón, gritó:
-¡Oíd, oíd! Decid a Joab que se acerque, que tengo que hablar con él.
17Joab se le acercó y ella preguntó:
-¿Eres tú Joab?
Él dijo:
-Sí.
Y ella entonces:
-Escucha las palabras de tu servidora.
Joab respondió:
-Te escucho.
18Y la mujer habló así:
-Solían decir antiguamente:
<<Que pregunten en Prado, y asunto concluido>>. 19Somos israelitas cabales. Tú intentas destruir una capital de Israel. ¿Por qué quieres aniquilar la heredad del Señor?
20Joab respondió:
21-¡Líbreme, líbreme Dios de aniquilar y destruir! No se trata de eso, sino que uno de la serranía de Efraín, llamado Sebá, hijo de Bicrí, se ha sublevado contra el rey David. Entregádnoslo a él solo y me alejaré de la ciudad.
La mujer dijo entonces a Joab:
-Ahora te echamos su cabeza por la muralla.
22Con su ingenio convenció a la gente. Decapitaron a Sebá, hijo de Bicrí, y le tiraron a Joab la cabeza. Joab tocó la trompa, y dejando el asedio, marcharon cada cual a su casa. Joab volvió a Jerusalén, al palacio real.
23Joab era general en jefe del ejército; Benayas, hijo de Yehoyadá, mandaba a los quereteos y pelteos; 24 Adorán estaba encargado de las brigadas de trabajadores; Josafat, hijo de Ajilud, heraldo; 25Sisá, cronista, y Sadoc y Abiatar, sacerdotes. 26También Irá, el de Yaír, era capellán real.

Explicación.

20,1 Los versos son el grito de la división en tiempos de Jeroboán (1 Re 12,16).

20,3 Están contaminadas por el trato con Absalón. Es como si David cerrase una etapa de su vida y encerrase un recuerdo atormentador. Gn 38,11.

20,4-6 Está clara la intención de marginar a Joab, imitando su rapidez en la acción.

20,6 La última frase es dudosa; otros leen: "Y nos oscurezca la vista".

20,8-10 La descripción resulta algo oscura porque parece estar incompleta en el original. Probablemente deja caer la espada aposta y la recoge con la mano izquierda mientras se acerca Amasá; así no llama la atención. El agarrar la barba es gesto amistoso, que se convierte fácilmente en una llave.

20,11 Esta orden de un soldado declara quién es el verdadero general de Israel: Joab no admite rivales, a pesar del rey, y sus soldados lo apoyan. De esta manera ejerce su lealtad para con David.

20,12 Recuérdese el caso de Asael (2 Sm 2,23); se diría que el cadáver suscita el terror de los que se acercan. Pero el cadáver del rival no debe interrumpir la acción militar.

20,14 Parece que falta algo en el verso, alguna noticia sobre la reacción negativa de las tribus. * = Casa.

20,15 Socavar, o bien embestir a golpes de ariete para abrir brecha. Abel Bet Maacá, como ciudad fronteriza, estaba bien fortificada.

20,18 La versión griega ofrece otra lectura: "Si se ha acabado lo que establecieron los consejeros de Israel". El proverbio citado por la mujer exalta las cualidades de la ciudad, por las que merece sobrevivir. Capital es en hebreo "madre". En cierto sentido, la mujer representa a la ciudad. La acción de Joab va contra los intereses de todo Israel y es un atentado contra el Señor. El discurso concentra los argumentos más fuertes que se pueden aducir. Por su intervención, esta mujer anónima merece un puesto junto a la mujer de Tecua y junto a Abigail.

20,23 La efímera rebelión de Sebá ha servido sólo para restablecer a Joab en su cargo militar; David tiene que reconocerlo.


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