martes, 15 de mayo de 2018

2 SAMUEL. CAPÍTULO 2

DAVID, REY

David, ungido rey en Hebrón (Eclo 47,7-12)

21Después consultó David al Señor:
-¿Puedo ir a alguna ciudad de Judá?
El Señor le respondió:
-Sí.
David preguntó:
-¿A cuál debo ir?
Respondió:
-A Hebrón.
2Entonces subieron allá David y sus dos mujeres, Ajinoán, la yezraelita, y Abigail, la mujer de Nabal, el de Carmel. 3Llevó también a todos sus hombres con sus familias y se establecieron en los alrededores de Hebrón.
4Los de Judá vinieron a ungir allí a David rey de Judá y le informaron:
-Los de Yabés de Galaad han dado sepultura a Saúl.
5David mandó unos emisarios a los de Yabés de Galaad a decirles:
-El Señor os bendiga por esa obra de misericordia, or haber dado sepultura a Saúl, vuestro señor. 6El Señor os trate con misericordia y lealtad, que yo también os recompensaré esa acción. 7Ahora tened ánimo, sed valientes; Saúl, vuestro Señor, ha muerto, pero Judá me ha ungido a mí rey suyo.

Abner y Joab

8Abner, hijo de Ner, general del ejército de Saúl, había recogido a Isbaal, hijo de Saúl, lo había trasladado a Majnaym* 9y lo había nombrado rey de Galaad, de los de Aser, de Yezrael, Efraín, Benjamín y todo Israel; 10b sólo Judá siguió a David. 10a Isbaal, hijo de Saúl, tenía cuarenta años cuando empezó a reinar en Israel, y reinó dos años.
11David fue rey de Judá, en Hebrón, siete años y medio.
12Abner, hijo de Ner, y los súbditos de Isbaal, hijo de Saúl, fueron desde Majnaym hasta Gabaón.
13Por su parte, Joab, hijo de Seruyá, y los de David salieron de Hebrón, se los encontraron junto a una alberca de Gabaón y se detuvieron, unos a un lado de la alberca y otros al otro. 14Abner propuso a Joab:
-Que los jóvenes se desafíen ante nosotros.
Joab dijo:
-¡Muy bien!
15Se prepararon y desfilaron doce benjaminitas por Isbaal, hijo de Saúl, y doce de los de David. 16Cada uno agarró por la cabeza a su contrario, hundió la espada en las costillas del otro y cayeron todos a una. Por eso a aquel sitio lo llaman Jelcat Hassiddim*; queda junto a Gabaón. 17Aquel día la batalla fue muy violenta. Los de David derrotaron a Abner y a los de Israel. 18Estaban allí los tres hijos de Seruyá: Joab, Abisay y Asael. 19Asael corría como un gamo y perseguió a Abner derecho, sin desviarse a un lado ni a otro. 20Abner volivó la cabeza y preguntó:
-¿Eres Asael?
Respondió:
-Sí.
21Abner le dijo:
-Desvíate a derecha o izquierda, agarra a alguno de los muchachos y quítale las armas.
22Pero Asael no quiso dejar de seguirlo. Abner le repitió:
-Deja de perseguirme, que voy a tener que aplastarte, y ¿con qué cara me presento luego ante tu hermano Joab?
23Pero como Asael no quiso apartarse, Abner dio hacia atrás con la lanza, se la clavó en la ingle y la lanza le salió por detrás. Allí cayó y allí mismo murió. Todos los que llegaban al sitio donde Asael había muerto se paraban. 24Joab y Abisay persiguieron a Abner. Al ponerse el sol, llegaron al collado de Ammá, frente al valle, en el camino del páramo de Gabaón. 25Los benjaminitas se concentraron tras Abner en pelotón cerrado, y aguantaron firmes en lo alto de la loma. 26Entonces Abner le gritó a Joab:
-¿Vas a estar siempre devorando la espada? ¿No piensas que luego acaba amargando? ¿Cuándo vas a decir a tu gente que deje de perseguir a sus hermanos?
27Joab respondió:
-¡Vive Dios, si no hubieras hablado, mi gente habría estado persiguiendo a sus hermanos hasta por la mañana!
28Entonces sonó la trompa y todos se detuvieron, dejando de perseguir a los de Israel; 29no reanudaron la batalla. Abner y los suyos caminaron por el páramo toda aquella noche, cruzaron el Jordán, caminaron toda la mañana y llegaron a Majanain. 30Joab, por su parte, dejó de perseguir a Abner, congregó a toda la tropa y se vio que de los de David faltaban diecinueve hombres, más Asael. 31En cambio, habían hecho trescientas sesenta bajas a los de Benjamín y Abner. 32Llevaron el cadáver de Asael y lo enterraron en Belén, en la sepultura de la familia. Joab y los suyos estuvieron caminando toda la noche, y les amaneció en Hebrón.

Explicación

DAVID REY

La división del libro único de Samuel en dos partes es del todo artificial, y su intento parece haber sido dedicar a David un libro entero. Esta segunda parte sigue un orden temático más que cronológico. David rey de Judá, en contraste con Isbaal, hasta que se proclama también rey de Israel. Luchas contra los filisteos, Jerusalén, el arca, la promesa dinástica; guerras con otros pueblos, Betsabé; rebelión de Absalón, rebelión de Sibá. Un apéndice final completa con datos sueltos la narración precedente.

David es para los israelitas el rey más grande, una figura que se coloca detrás de Moisés y Elías. Históricamente David es un rey muy importante: recibe una nación deshecha, y en pocos años la convierte en el reino principal de la franja costera; recibe un reino dividido, y establece una monarquía unificada; más allá de sus fronteras somete a vasallaje a casi todos los reinos del alrededor. Da a su reino una capital administrativa y religiosa de gran influjo y atractivo; organiza un gobierno y un ejército; da origen a una dinastía estable.

Teológicamente es el beneficiario de una nueva elección y de una promesa. Su elección se suma a la del pueblo y a la de otros jefes, constituyendo un nuevo artículo de la fe israelítica; a su elección se junta la de Jerusalén, como morada del Señor; otro artículo religioso fundacional. Como beneficiario de la promesa, es casi un nuevo patriarca, padre de una dinastía, como Abrahán lo fue de un pueblo grande.

Por esta promesa David se carga de futuro. Quiere decir que los israelitas no se contentarán con añorar el pasado, cuando recuerdan a su rey favorito, si no que en su nombre esperan un sucesor legítimo, digno de él, un restaurador, un futuro liberador. Sobre este eje se desarrolla y crece la esperanza mesiánica. Por David y su dinastía entra en la religión de Israel todo un repertorio de símbolos de salvación, que servirán para expresar y alimentar la esperanza mesiánica.

David, según la imagen que traza el autor, fue un hombre de singular atractivo para sus coetáneos. De joven se atrajo múltiples simpatías; la guerra y la persecución lo curtieron y lo enseñaron a esperar pacientemente. Fue a la vez magnánimo y astuto, de gran visión y rápida decisión. Supo reconocer y llorar su gravísimo pecado. No logró la paz de su familia, ni logró consolidar la unificación del reino. David fue una cumbre, y lo que siguió, a pesar del esplendor salomónico, se asemeja a una decadencia.

2,1-3 Para abandonar su destierro voluntario en Sicelag y trasladarse a su patria, se cumplen ahora tres condiciones: primera, ha desaparecido su rival y perseguidor, y el sucesor, aunque quisiera, no está en grado de continuar la misma política; segunda, los filisteos tienen que dar su aprobación al que ha sido su vasallo durante dieciséis meses; tercera, la más importante, Dios tiene que sancionar este nuevo paso decisivo. El autor pone en cabeza la consulta y el oráculo, como bendición formal de la nueva etapa del elegido.

Los filisteos no han apurado su penetración en territorio de Israel; no hacía falta, porque la nación ha quedado demasiado débil después de la derrota. David, aceptado como rey al sur, será razonable y fiel a sus señores y protectores; además, la división interna de los israelitas en dos minúsculas monarquías es una baza para los filisteos. Aunque el autor no lo dice, la coronación sucedería con la aprobación filistea.

Judea es la región de su nacimiento, de sus correrías, de sus regalos bien calculados (1 Sm 30,26-31). Allí es un capitán conocido, un terrateniente bien relacionado. Tener un rey de la propia sangre o tribu es mejor que dependen de los septentrionales, que tan ineptos se han mostrado. Si alguna esperanza queda para el pueblo, la encarna David, no la dinastía caída y fantasmal.

Hebrón conserva el santuario del patriarca Abrahán, que es un buen patronazgo y en adelante tendrá un sacerdote legítimo, Abiatar. La unción tendría lugar en algún santuario, con intervención del sacerdote, aunque los electores son el pueblo (véase la historia de Abimelec, Jue 9). El jefe militar sube a la categoría de rey: es un momento histórico, 1000 a .C.

2,4-7 Yabés de Galaad, al otro lado del Jordán, es una ciudad lejana y adictísima a Saúl; puede constituir un fuerte punto de apoyo para la dinastía. El mensaje de David está muy calculado: felicitando a los de Yabés, se une al luto por Saúl; en seguida habla desde una posición ventajosa, prometiendo por su parte beneficios -gesto de buena voluntad y a la vez afirmación de poder-; par acabar, sugiere finalmente que, si ha muerto un rey, hay un nuevo rey. Los de Yabés han sido fieles a Saúl hasta la sepultura; ahora tienen a quien ofrecer su fidelidad y su valor militar. Saúl ha sido un jefe carismático, pero no ha fundado una dinastía estable.

2,8-10 Abner e Isbaal. Abner ha salido vivo, no sabemos cómo, de la batalla contra los filisteos, y se considera llamado a salvar lo que queda de Israel. Isbaal, hijo y heredero de la casa de Saúl, es un símbolo que enarbola y maneja hábilmente. Han tenido que abandonar la primera capital, Loma de Saúl, y se han trasladado a una ciudad de Transjordania, donde no alcanza el señorío filisteo, desde donde el gobierno es poco eficaz. Pero al menos salva la continuidad, que Abner está dispuesto a explotar. Para este proyecto David rey es un obstáculo serio, que conviene eliminar o debilitar. David por su parte no tiene prisa, ni quiere subir por la fuerza. Bien temprano en la historia se está dibujando la fatal división y aun oposición entre Israel y Judá.

2,8 Varias veces se lee en el texto hebreo el nombre de Isbaal deformado en Isboset. En tiempos posteriores, los israelitas, para no pronunciar el nombre de Baal, lo sustituyen con el despectivo "infamia", "vergüenza" (boshet). * = Los Castros.

2,12-32 El episodio es difícil de explicar. ¿Son dos episodios autónomos, o son continuación lógica el desafío y la batalla? ¿Se trata de un desafío a muerte, con consecuencias militares, o de un torneo con desenlace trágico? La segunda parte, ¿es la persecución de un vencido que huye, o es un desafío de velocidad y maña?

Parece tratarse de una batalla en la que los contendientes no quieren perder mucha gente, y se plantea con cierta desigualdad: Abner quiere imponer su hegemonía a los del sur, pero no quiere debilitar a los suyos ni diezmar al pueblo; Joab no necesita atacar a fondo, le basta con mantener sus posiciones. Es decir, Abner aspira a mandar en el sur, David por ahora se contenta con Judá.

2,12 Gabaón es la frontera de ambos reinos, situada a unos 15 kilómetros al nordeste de Jerusalén; mucho más cerca de Hebrón que de Los Castros.

2,14 La palabra hebrea shq significa de ordinario jugar, danzar, retozar. Aquí lo que sucede es un desafío a muerte.

2,16 * = Campo del Costillar.

2,17 La pelea de los doce no ha decidido nada, y se traba la batalla. "Los de Isbaal" se llaman ahora "los de Israel". Se supone que la batalla termina con la huida, como es normal y se desprende de lo que sigue.

2,18 Seruyá es hermana de David. Joab es el general, Abisay apareció acompañando a David en la expedición nocturna al campamento de Saúl (1 Sm 26). Asael aparece y desaparece en este capítulo.

2,19-22 Corriendo, Asael está seguro de alcanzar a Abner, pero medirse con él es una temeridad. La agilidad era una de las cualidades principales de un guerrero de entonces (Sal 18, 34.37), y Abner parece concederle la victoria a Asael en esta especialidad. En cambio, ocupado como está en recoger y poner a salvo sus tropas, no quiere verse obligado a excitar la cólera de Joab matándole un hermano. Por eso lo invita a medirse con un soldado cualquiera y contentarse con despojarlo. Asael aspira quizá a vencer personalmente al jefe enemigo, lo cual le daría gloria y ventajas en el ejército de David.

2,23 La muerte de Asael impresiona a sus camaradas e irrita a sus hermanos. Abner ha derramado una sangre que pide venganza, y la tendrá. Esa muerte ha tenido muchos testigos.

2,26 Hay que recordar la fama de buenos guerreros de los benjaminitas, por ejemplo: Jue 20. Abner se da prácticamente por vencido, sólo quiere ahorrar una matanza y volverse a su corte. Los dos contendientes reconocen que ha sido una lucha "entre hermanos". A Joab, quizá según instrucciones de David, tampoco le interesa seguir matando y persiguiendo, y acepta la propuesta. Todo termina razonablemente, pero no establemente.

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