martes, 15 de mayo de 2018

2 SAMUEL. CAPÍTULO 18.

Derrota y muerte de Absalón


181David revisó sus tropas y les nombró jefes y oficiales: 2luego dividió el ejército en tres cuerpos; uno al mando de Joab; el segundo al mando de Abisay, hijo de Seruyá, hermano de Joab, y el tercero al mando de Itay, el de Gat. Y dijo a los soldados:

-Yo también iré con vosotros.
3Le respondieron:
-No vengas. Que si nosotros tenemos que huir, eso no nos importa; si morimos la mitad, no nos importa. Tú vales por mil de nosotros; es mejor que nos ayudes desde la ciudad.
4El rey les dijo:
-Haré lo que mejor os parezca.
Y se quedó junto a las puertas mientras todo el ejército salía al combate, por compañías y batallones.
5El rey dio este encargo a Joab, Abisay e Itay:
-¡Cuidadme al muchacho, a Absalón!
Y todos oyeron el encargo del rey a sus generales.
6El ejército de David salió al campo para hacer frente a Israel. Se entabló la batalla en la espesura de Efraín, 7y allí fue derrotado el ejército de Israel por los de David; fue gran derrota la de aquel día: veinte mil bajas. 8La lucha se extendió a toda la zona, y la espesura devoró aquel día más gente que la espada. 9Absalón fue a dar en un destacamento de David. Iba montado en un mulo, y al meterse el mulo bajo el ramaje de una encina copuda, se le enganchó a Absalón la cabeza en la encina y quedó colgando entre el cielo y la tierra, mientras el mulo que cabalgaba se le escapó.
10Lo vio uno y avisó a Joab:
-¡Acabo de ver a Absalón colgado de una encina!
11Joab dijo al que le daba la noticia:
-Pues si lo has visto, ¿por qué no lo clavaste en tierra, y ahora yo tendría que darte diez monedas de plata y un cinturón?
12Pero el hombre le respondió:
-Aunque sintiera yo en la palma de la mano el peso de mil monedas de plata, no atentaría contra el hijo del rey; estábamos presentes cuando el rey os encargó a ti, a Abisay y a Itay que le cuidaseis a su hijo Absalón. 13Si yo hubiera cometido por mi cuenta tal villanía, como el rey se entera de todo, tú te pondrías contra mí*.
14Entonces Joab dijo:
-¡No voy a andar con contemplaciones con tu culpa!
Agarró tres venablos y se los clavó en el corazón a Absalón, todavía vivo en el ramaje de la encina.
15Los diez asistentes de Joab se acercaron a Absalón y lo acribillaron, rematándolo. 16Joab tocó la trompeta para detener a la tropa, y el ejército dejó de perseguir a Israel. 17Luego agarraron a Absalón  y lo tiraron a un hoyo grande en la espesura, y echaron encima un montón enorme de piedras. Los israelitas huyeron todos en desbandada.
18Absalón se había eregido en vida una estela en Emec Hammelek*, pensando: <<No tengo un  hijo que lleve mi apellido>>. Grabó su nombre en la estela; hasta hoy se la llama Monumento de Absalón.


David recibe la noticia (2 Sm 1)


19Ajimás, hijo de Sadoc, dijo:
-Voy corriendo a llevarle al rey la buena noticia de que el Señor lo ha librado de sus enemigos.
20Pero Joab le dijo:
-No lleves tú hoy la buena noticia, porque ha muerto el hijo del rey. Ya lo harás otro día.
21Luego ordenó a un etíope:
-Vete a comunicarle al rey lo que has visto.
El etíope hizo una inclinación a Joab y echó a correr.
22Ajimás, hijo de Sadoc, le insistió a Joab:
-Pase lo que pase, voy corriendo yo también detrás del etíope.
Joab le dijo:
-¿A qué vas a correr tú, hijo? ¡Si no te van a dar una propina por esa noticia!
23Ajimás repuso:
-Pase lo que pase, voy corriendo.
Entonces Joab le dijo:
-Vete.
Ajimás echó a correr, y atajando por el valle adelantó al etíope.
24David estaba sentado entre las dos puertas. El centinela subió al mirador, encima de la puerta, sobre la muralla, levantó la vista y miró: un hombre venía corriendo solo. 25El centinela gritó y avisó al rey. El rey comentó:
-Si viene solo, trae buenas noticias.
26El hombre seguía acercándose. Y entonces el centinela divisó a otro hombre corriendo detrás, y gritó desde encima de la puerta:
-Viene otro hombre corriendo solo.
Y el rey comentó:
-También ése trae buenas noticias.
27Luego dijo el centinela:
-Estoy viendo cómo corre el primero: corre al estilo de Ajimás, el de Sadoc.
El rey comentó:
-Es buena persona, viene con buenas noticias.
28Cuando Ajimás se aproximó, dijo al rey:
-¡Paz!
Y se postró ante el rey, rostro en tierra. Luego dijo:
-¡Bendito sea el Señor, tu Dios, que te ha entregado los que se habían sublevado contra el rey, mi señor!
29El rey preguntó:
-¿Está bien el muchacho, Absalón?
Ajimás respondió:
-Cuando tu siervo Joab me envió, yo vi un gran barullo, pero no sé lo que era.
30El rey dijo:
-Retírate y espera ahí.
31Se retiró y esperó allí. Y en aquel momento llegó el etíope y dijo:
-¡Albricias, majestad! ¡El Señor te ha hecho hoy justicia de los que se habían rebelado contra ti!
32El rey le preguntó:
-¿Está bien mi hijo Absalón?
Respondió el etíope:
-¡Acaben como él los enemigos de vuestra majestad y cuantos se rebelen contra ti!


Explicación



18-19 Estos capítulos narran la batalla, la muerte de Absalón, la noticia llevada a David, su llanto y el rehacerse por las palabras de Joab. Es decir, tenemos una disposición semejante a la del asesinato de Amnón. Es el tercer hijo que David va a llorar.


Joab toma la iniciativa, como si el rey hubiera perdido la fortaleza con los últimos acontecimientos. Joab, artífice de la reconciliación del padre e hijo, asume el papel de vengador de la sangre. El fratricida perdonado que aspira a parricida es una amenaza impenitente. Su muerte salvará a David de la muerte, y de su propia debilidad, y salvará al pueblo.

Este tema domina la narración. Ya Ajitófel había enunciado el designio de Absalón: tenía que morir David y salvarse todo el pueblo. David se preocupa de la vida de su hijo más que del bien de su ejército; incluso querría haber muerto en lugar de su hijo. Los soldados ponen la vida de David por encima de la vida de medio ejército.

A Dios toca decidir, lo ha dicho el autor en un aparte (17,14). Hasta el último momento David no sabe si ha de morir en la batalla -como Urías- o en Los Castros -como Isbaal-, o si la venganza del Señor se detendrá antes. Absalón traza la parábola de un cohete: después de largos preparativos, en una jornada se ha proclamado rey; entre cielo y tierra queda truncado su ascenso, y su vida se apega lejos de Jerusalén.

Narrativamente el autor da preferencia al punto de vista de David, dato que culmina en la llegada de la noticia. Fuera de esto, el autor hace alarde contención: el tema y numerosos detalles se prestaban a la reflexión, al menos al subrayado teológico moralizante; el autor se ciñe a contar. Toca al lector, introducido en el gran proceso del contexto, descubrir el sentido de los hechos. Para conseguirlo podrá apoyarse en indicios y basta escuchar la resonancia simbólica de algunos detalles. Como otras veces, el diálogo es capital. Podemos dividir así las escenas:

18,1-5: David despacha las tropas.


18,6-8: Batalla y derrota.



18,9-17: Muere Absalón.



18,18-32 Llevan la noticia a David.



19,1-5 Llanto de David.



19,6-8: Reproche de Joab.



19,9: David recibe a la tropa.



18,2 Hay que recordar que David se había quedado en casa cuando la campaña contra Amán (Rabá), ocasión de su pecado. La división del ejército en tres cuerpos se va haciendo tradicional en el arte de la guerra. La propuesta de David y la respuesta de su gente son muy rítimicas y marcadas.


18,4 Hay cierto paralelismo entre esta salida y la salida de Jerusalén: aquí comienza el movimiento de vuelta.

18,5 Como en otras expresiones de afecto, la aliteración subraya las palabras; la palabra "muchacho" puede ser cariñosa.

18,6 El texto hebreo dice Efraín, aunque en realidad se encuentran en territorio de Galaad. La espesura no favorece los movimientos del ejército numeroso.

18,8 Es dudoso el sentido: el autor podría pensar en las fieras o en las irregularidades del terreno; quizá indique simplemente que el lugar de batalla fue más nefasto que las armas enemigas.

18,9 El texto no dice expresamente que se enredase con la famosa cabellera, ni lo excluye; es la lectura tradicional. Lo importante es que queda colgado del árbol. Un texto legal (probablemente posterior) dice que "Dios maldice al que cuelga de un árbol" (Dt 21,23); por semejanza, algunos lectores posteriores han visto en el hecho como una ejecución por mano de Dios.

El mulo es cabalgadura de reyes o príncipes: el privilegio se vuelve fatalidad. Absalón se queda sin mulo y sin reino.

18.13 * O: tú te harías el desentendido.

18,14 Otras traducciones: "Mentira; yo empezaré delante de ti". "Pues yo lo atravesaré en tu presencia".

18,16 2 Sm 2,28.

18,17 Sepultura ignominiosa: véanse Jos 7,26 (Acán) y 8,29 (el rey de Ay).

18,18 La noticia no concuerda con 14,27, que habla de tres hijos de Absalón. Para armonizar los dos versos habría que suponer la muerte prematura de los tres. Un hijo lleva el nombre del padre y así lo perpetúa como criatura viva; a falta de hijos, el nombre se perpetúa en la fama póstuma, un monumento lo conserva. Se trata de una estela con el nombre grabado; se alza en tierra como un antebrazo (en hebreo yad) haciendo una señal a los que transitan. Una señal fatídica a la luz de la narración precedente.

18,18 * = Valderrey.

18,19-32 La narración se alarga, difiere la noticia, jugando con la expectación del rey. Una palabra, repetida nueve veces en el original, recorre el texto: es el sustantivo "buena noticia" y su verbo denominativo (bsar, de donde el español "albricias", a través del árabe). Era costumbre dar una propina (albricias) al que traía la buena noticia: Ajimás quiere ser él, Joab intenta disuadirlo, repitiendo cuatro veces la raíz; tres veces menciona David "la buena noticia"; por última vez usa el verbo el etíope cuando anuncia la victoria. Para completar la serie falta una mención, la décima: falta, porque al final estalla la mala noticia.

El diálogo de Ajimás y Joab va estrechando cada vez la longitud de las frases, expresando la impaciencia del joven.

18,24 La entrada en la ciudad es un corredor con puertas a ambos extremos y con entrantes laterales; encima se alzan las torres de observación. Es un puesto bien protegido, y el primero en recibir las noticias.

18,25 En caso de derrota o de desgracia, vendría mucha gente en desbandada. Recuédese el capítulo 10.

18,28 Fórmula de agradecimiento a Dios. La fórmula de "entregar", como en 1 Sm 17,46; 24,19; 26,8; Sal 31,9.

18,29 Como la pregunta "está bien" (shalom) rima con Absalón, la frase que el rey repite suena muy marcada.

18,31-32 Para el etíope, Absalón es un enemigo y un rebelde.

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