martes, 15 de mayo de 2018

2 SAMUEL. CAPÍTULO 16.

Sibá, Semeí y David


161David había remontado la cima, cuando se encontró con Sibá, criado de Meribaal, con un par de burros aparejados, cargados con doscientos panes, cien racimos de pasas, cien panes de higos y un pellejo de vino. 2El rey le dijo:

-¿Qué significa esto?
Sibá respondió:
-Los burros son para que monte la familia del rey; el pan y la fruta, para que coman los criados, y el vino, para que beban los que desfallezcan en el desierto:
3El rey preguntó:
-¿Y dónde está el hijo de tu amo?
Sibá respondió:
-Queda en Jerusalén, porque espera que la casa de Israel le devuelva ahora el reino de su padre.
4Entonces el rey dijo a Sibá:
-Todo lo de Meribaal es tuyo.
Sibá dijo:
-A tus pies, majestad. ¡Gracias por el favor que me otorgas!
5Al llegar el rey David a Bajurín, salió de allí uno de la familia de Saúl, llamado Semeí, hijo de Guerá, insultándolo según venía. 6Y empezó a tirar piedras a David y a sus cortesanos -toda le gente y los militares iban a derecha e izquierda del rey- 7y le maldecía:
8-¡Vete, vete, asesino, canalla! El Señor te paga la matanza de la familia de Saúl, cuyo trono has usurpado. El Señor ha entregado el reino a tu hijo Absalón, mientras tú has caído en desgracia, porque eres un asesino.
9Abisay, hijo de Seruyá, dijo al rey:
-Ese perro muerto, ¿se pone a maldecir a mi señor? ¡Déjame ir allá y le corto la caberza!
10Pero el rey dijo:
-¡No os metáis en mis asuntos, hijo de Seruyá! Déjale que maldiga, que si el Señor le ha mandado que maldiga a David, ¿quién va a pedirle cuentas?
11Luego dijo a David a Abisay y a todos sus cortesanos:
-Ya veis. Un  hijo mío, salido de mis entrañas, intenta matarme, ¡y os extraña ese benjaminita! Dejadlo que me maldiga, porque se lo ha mandado el Señor. 12Quizá el Señor se fije en mi humillación y me pague con bendiciones entre maldiciones de hoy.
13David y los suyos siguieron su camino, mientras Semeí iba en dirección paralela por la loma del monte, echando maldiciones según caminaba, tirando piedras y levantando polvo.

Absalón, en Jerusalén

14El rey y sus acompañantes llegaron rendidos al Jordán y allí descansaron. 15Mientras tanto, Absalón y los israelitas entraban en Jerusalén; Ajitófel iba con él. 16Cuando Jusay, el arquita, amigo de David, se presentó a Absalón, le dijo:
-¡Viva el rey! ¡Viva el rey!
17Absalón contestó:
-¿Esa es tu lealtad para con tu amigo? ¿Por qué no te has ido con él?
18Jusay le respondió:
-¡No, de ninguna manera! Con el que han elegido el Señor, y este pueblo, y todo Israel, yo estaré y con él viviré. 19Y, además, ¿a quién voy a servir yo sino a su hijo? ¡Como serví a tu padre, te serviré a ti!
20Entonces Absalón preguntó:
-¿Qué me aconsejáis hacer?
21Ajitófel le respondió:
-Acuéstate con las concubinas que dejó tu padre al cuidado del palacio. Todo Israel sabrá que has roto con tu padre, y tus partidarios cobrarán confianza.
22Entonces le instalaron a Absalón una tienda en la azotea, y se acostó con las concubinas de su padre, a la vista de todo Israel.
23En aquella época los consejos de Ajitófel se recibían como oráculos, lo mismo cuando aconsejaba a David que cuando aconsejaba a Absalón.


Explicación.



16,1 2 Sm 9,1s.


16,2 1 Sm 25,18

16,4 La actitud de Sibá es ambigua para el lector. Por una parte, acusa a su amo de deslealtad con David e implícitamente lo acusa de ingenuidad, pues Absalón no va a sublevarse para restaurar la monarquía de Saúl; más adelante (19,25-31), Meribaal acusará al criado de haberlo engañado. Por otra parte, Sibá no gana mucho pasándose al bando de Absalón, mientras que su obsequio a David cuesta poco y vale mucho. Como administrador de los bienes de Meribaal, puede fácilmente cargar dos burros de dones. En el momento de la desgracia David acepta conmovido el gesto.

16,5-13 Bajurín se encuentra un poco al este del Monte de los Olivos. Semeí se siente solidario de la familia o clan de Saúl, y su referirse a la muerte de Abner y de Isbaal y que cuenta 21,1-10. Sus palabras desde la cresta del monte tienen algo de acusación pública (como las de Yotán en Jue 9), el apedrear es intento simbólico de ejecutar al criminal, al mismo tiempo que invoca al Señor como vengador de la sangra derramad

En la frase "ha entregado el reino" resuenan las amenazas de Samuel a Saúl (1 Sm 3,14; 15,28). Esta es la visión de un benjaminita, un intento de explicación teológica de la historia viva.

Algo en el corazón de David responde a esa interpretación teológica: hace poco ha llamado rey a su hijo, y también es cierto que ha derramado sangre inocente; en su desgracia actual ve cumplirse la sentencia pronunciada por Natán (capítulo 12). Pero no pierde toda esperanza, precisamente confiando en el Señor que defiende a humildes y humillados: aceptando como castigo las maldiciones de Semeí, quizá aplacará a Dios. Ahora bien, la esperanza de David es humilde, ni siquiera se convierte en súplica formal, se queda en insinuación.

Que Dios se fija en la aflicción es tema común: Sal 9,14; 25,18; 31,8; 119,153; Lam 1,9; 3,19. En este momento David se somete a la justicia del Señor, como vasallo, y renuncia formalmente a hacerse justicia como soberano. Todo asciende a un plano de visión teológica, no teórica, sino vivida por el personaje.

16,5 1 Re 21,13.

16,8 1 Sm 13,14; 15,28.

16,10 2 Sm 12,9-12

16,14-15 Estableciendo la simultaneidad narrativa, el autor pasa al cuadro contrapuesto, de Absalón, que llega hasta 17,23. Todo él está dominado por la oposición de Jusay y Ajitófel, ampliada con el episodio de los espías. La corte del rey hace de fondo aludido, el pueblo es público mudo. La disposición es la siguiente:

16,15: Ajitófel acompaña a Absalón.

16,16-19: Jusay promete lealtad a Absalón.

16,20-22: consejo de Ajitófel sobre las concubinas.

17,1-4: consejo de Ajitófel sobre David.

17,5-14: consejo de Jusay sobre David.

17,15-22: información de los espías a David.

17,23: suicidio de Ajitófel.

La sección está unificada por el tema de la traición: Ajitófel traidor a David, y Jusay traidor a Absalón. El joven aspirante a rey se ciega y sucumbe en el juego.

16,16-19 El diálogo quiere probar la lealtad. El narrador introduce a Jusay con el título "amigo de David", Absalón dice dos veces en el original "tu amigo", ¿puede fiarse de un traidor? Jusay apela a esa misma lealtad, que traspasa toda entera del padre al hijo: cosa lógica en un servidor de la casa. David ha sido rey por la elección del Señor y del pueblo: ahora la elección ha pasado al hijo: ¿no es justo secundar el deseo de Dios y del pueblo? La lógica de Jusay es tan halagadora, que Absalón se rinde; además está acostumbrado a ganarse a la gente. El diálogo es muy rítmico y lleno de aliteraciones que se responden y se oponen.

16,20-22 Así se cumple la segunda parte de la sentencia de Natán. Absalón se declara en posesión del palacio y con prerrogativas reales de sucesión. Las concubinas se trasladan públicamente del harén a la azotea, y Absalón entra ostentosamente en la tienda allí colocada.

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