martes, 15 de mayo de 2018

2 SAMUEL. CAPÍTULO 15

Conspiración de Absalón

151Absalón se agenció inmediatamente una carroza, caballos y cincuenta hombres de escolta. 2Se ponía temprano junto a la entrada de la ciudad, llamaba a los que iban con algún pleito al tribunal del rey y les decía:
-¿De qué población eres?
El otro respondía:
-Tu servidor es de tal tribu israelita.
3Entonces Absalón decía:
-Mira, tu caso es justo y está claro; pero nadie te va a atender en la audiencia del rey.
4Y añadía:
-¡Ah, si yo fuera juez en el país! Podrían acudir a mí los que tuvieran pleitos o asuntos y yo les haría justicia.
5Y cuando se le acercaba alguno postrándose ante él, Absalón le tendía la mano, lo alzaba y lo besaba. 6Así hacía con todos los israelitas que iban al tribunal del rey, y así se los iba ganando. 7Al cabo de unos cuatro años, Absalón dijo al rey:
-¡Déjamae ir a Hebrón, a cumplir una promesa que hice al Señor, 8porque cuando estuve en Guesur de Siria hice esta promesa: <<Si el Señor me deja volver a Jerusalén, le ofreceré un sacrificio en Hebrón>>.
9El rey le dijo:
-Vete en paz.
Absalón emprendió la marcha hacia Hebrón, 10pero despachó agentes por todas las tribus de Israel con este encargo:
-Cuando oigáis el sonido de la trompa, decid: <<¡Absalón es rey de Hebrón!>>.
11Desde Jerusalén marcharon con Absalón doscientos convidados; caminaban inocentemente, sin sospechar nada. 12Durante los sacrificios, Absalón mandó gente a Guiló para hacer del pueblo a Ajitófel, el guilonita, consejero de David. La conspiración fue tomando fuerza, porque aumentaba la gente que seguía a Absalón.

Huida de David

13Pero uno llevó esta noticia a David:
-Los israelitas se han puesto de parte de Absalón.
14Entonces David dijo a los cortesanos que estaban con él en Jerusalén:
-¡Ea, huyamos! Que si se presenta Absalón, no nos dejará escapar. Salgamos a toda prisa, no sea que él se adelante, nos alcance y precipite la ruina sobre nosotros y pase a cuchillo la población.
15Los cortesanos le respondieron:
-Lo que vuestra majestad decida. ¡A tus órdenes!
16El rey dejó diez concubinas para cuidar del palacio y salió acompañado de toda su corte. 17Se detuvieron junto a la última casa de la ciudad; 18los ministros se colocaron a su lado y los quereteos, los pelteos, Itay y los de Gat (seiscientos hombres que lo habían seguido desde Gat) fueron pasando ante el rey.
19El rey dijo a Itay, el de gat:
-¿Por qué vas a venir tú también con nosotros? Vuélvete y quédate con el rey,  que también tú eres un extranjero, lejos de tu tierra. 20Llegaste ayer, ¿cómo voy a permitir que salgas hoy errante con nosotros, cuando yo mismo marcho sin rumbo? Vuélvete y llévate a tus paisanos. ¡Que el Señor sea bueno y fiel contigo!
21Pero Itay respondió:
-¡Vive Dios, y vive el rey, mi señor! Donde esté el rey, mi señor, allí estaré yo, en vida y en muerte.
22Entonces el rey le dijo:
-Anda, pasa.
Y pasó Itay, el de Gat, con sus hombres y sus niños.
23Toda la gente lloraba y gritaba. El rey estaba junto al torrente Cedrón, mientras todos iban pasando ante él por el camino del páramo. 24Sadoc, con los levitas, llevaban el arca de la alianza de Dios y la depositaron junto a Abiatar, hasta que toda la gente salió de la ciudad. 25Entonces el rey dijo a Sadoc:
-Vuélvete con el arca de Dios a la ciudad. Si alcanzo el favor del Señor, me dejará volver a ver el arca y su morada. 26Pero si dice que no me quiere, aquí me tiene, haga de mí lo que le parezca bien.
27Luego añadió al sacerdote Sadoc:
-Volveos en paz a la ciudad, tú con tu hijo Ajimás y Abiatar con su hijo Jonatán. 28Mirad, yo me detendré por los pasos del desierto, hasta que me llegue algún aviso vuestro.
29Sadoc y Abiatar volvieron con el arca de Dios a Jerusalén y se quedaron allí.
30David subió la Cuesta de los Olivos; la subía llorando, la cabeza cubierta y los pies descalzos. Y todos sus acompañantes llevaban cubierta la cabeza, y subían llorando. 31Dijeron a David: 
-Ajitófel se ha unido a la conspiración de Absalón:
David oró:
-¡Señor, que fracase el plan de Ajitófel!
32Cuando David llegó al humilladero que había en la cima, salió a su encuentro Jusay, el arquita, rasgada la túnica y con polvo en la cabeza. 33David le dijo:
34-Si vienes conmigo, me vas a ser una carga. Pero puedes hacer fracasar el plan de Ajitófel si vuelves a la ciudad y le dices a Absalón: <<Majestad, soy tu esclavo; antes lo fui de tu padre, ahora lo soy tuyo>> 35Allí tienes a los sacerdotes Sadoc y Abiatar. 36Con ellos estarán allí Ajimás, hijo de Sadoc, y Jonatán, hijo de Abiatar, y por medio de ellos me comunicáis todo lo que averigüéis.
37Jusay, amigo de David, se fue a la ciudad. Y Absalón entró en Jerusalén.

Explicación.

15 La sublevación y derrota de Absalón están contadas con bastante amplitud. El autor, deteniéndose en detalles, no pierde de vista el conjunto, y articula la historia en bloques sencillos, divididos a su vez en breves escenas. Estas se desenvuelven sobre un fondo amplio, apenas apuntado, de modo que el lector recibe una impresión de viveza y presencia. Como de costumbre, abunda relativamente el diálogo, al cual encomienda varias veces el narrador la interpretación de los hechos. Los bloques se pueden dividir así:

1 Absalón: preparativos y sublevaciones (15,1-12).

2 David: huida (15,13-16,13).

3 Absalón en Jerusalén: consejo y espionaje (16,14-17,23).

4 David en Los Castros: batalla y muerte de Absalón (17,24.18,18).

5 David: la noticia, llanto y homenaje (18,19-19,9).

6 David: vuelta a Jerusalén (19,10-44).

15,1-6 Absalón se considera con títulos a la sucesión y no quiere esperar demasiado. Hijo del rey y de una princesa extranjera, es ahora el primero por edad (muerto Manón y desaparecido Quilab). Dejando las cosas al curso normal, Absalón teme perder sus derechos, porque el rey puede elegirse el sucesor. A lo mejor ya el rey mostraba preferencia por Salomón, al menos no ocultaba su preferencia por Betsabé. Además, los sucesos precedentes han puesto al joven en posición desventajosa, el perdón del rey no ha sido incondicional. Absalón no puede esperar indefinidamente.

Pero sabe esperar lo suficiente para prepararse bien, explotando una serie de ventajas. Primero, su prestancia física, cualidad que en el caso de Saúl y David probó su validez; esa apariencia se realza con el aparato principesco de carroza y escolta; se trata de imponer una imagen al pueblo. Segundo, las tensiones latentes nunca resueltas entre las tribus del sur y las del norte, Judá e Israel; Judá ha salido favorecida en la presente situación, provocando envidias y rencores. Tercero, consecuencia de lo anterior, la deficiente administración de la justicia central; es tarea específica del rey en tiempos de paz,  y la desempeña con sus tribunales de la capital o personalmente (Sal 122,5). Muchos, sobre todo de Israel, están quejosos de esta situación.

Absalón ofrece generosamente una imagen, una cordialidad fácil, unas promesas hipotéticas. Durante cuatro años realiza una tarea de penetración en el pueblo, probablemente en los consejos, incluso en la corte.

En esta primera parte domina el lenguaje de los procesos: la justicia es el lema del candidato a rey.

15,2 Jr 21,12.

15,3 Is 1,23.

15,7-12 En el momento de la sublevación Absalón invoca motivos religiosos. Por lo visto David ha tolerado hasta ahora el comportamiento de su hijo; el hecho es que ahora acepta sin discutir el motivo de piedad religiosa (no había aceptado tan fácilmente el motivo profano del esquileo). Sin saberlo, pronuncia las últimas palabras a su hijo, vivo: "Vete en paz", que rima con su nombre (lek beshalom-´abshalom). Despedida en realidad trágica, para la guerra, la huida, la muerte.

Hebrón está bien escogida: allí comenzó. David, es la ciudad natal del príncipe, ha sido postergada con la elección de Jerusalén. Todavía puede atraer a clanes meridionales de Judá. Simultáneamente Absalón asegura la sublevación en el norte, por todas las tribus, de modo que la capital y el rey se encuentren copados.

Entre los convidados se supone la presencia de gente principal, que con tal maniobra son alejados de la corte y se vuelven inofensivos. Si no sabían nada, es que Absalón no se fiaba de ellos para tratar de la revuelta.

El apoyo de Ajitófel es precioso: sus palabras se reciben como oráculos (16,23); su deserción es un golpe terrible para la causa real. En cambio, Absalón no parece haber contado con la clase sacerdotal, al menos nada dice el narrador. Guiló se encuentra probablemente entre Belén y Hebrón.

15,6 Sal 122,5.

15,10 2 Sm 5,5.

15,13-14 David intuye la gravedad de la situación y decide en un momento. De golpe abarca el complejo de la dinastía, la capital, el arca, el reino.

La dinastía: luchando dividirá más a su familia, exponiéndola a grandes matanzas; huyendo, aun dispuesto a perder el trono, continuará en Absalón la dinastía. La capital: muy bien sabe David lo fácil que es defender Jerusalén; probablemente esté ahora más guarnecida que en tiempo de los jebuseos; con todo, un asedio y una defensa serían condenar la ciudad y sus habitantes a la ruina; huyendo salva la capital. El Arca, lo veremos, queda en la ciudad.

El reino: la difícil unificación de los dos reinos quedaría gravemente comprometida con una guerra civil, a los comienzos, mientras que Absalón parece capaz de mantener unida la nación.

Es sorprendente la actuación de David frente al futuro, su síntesis de aceptación resignada y cálculo previsor. Dispuesto a todo, no lo abandona todo. El cimiento último de esta actitud es el Señor. David, villano en su esplendor, se rehace en su desgracia.

La narración de la huida se descompone en seis escenas de encuentros, articuladas por breves datos sobre la marcha:

15,18-22: desfile, diálogo con Ittay.

15,23-29: en el Cedrón, diálogo con Sadoc y Abiatar.

15,30-31: subida, noticia sobre Ajitófel.

15,32-37: en la cima, diálogo con Jusay.

16,1-4: bajada, encuentro con Sibá.

16,5-13: en Bajurín, encuentro con Semeí.

Ajitófel y Semeí contrastan con Ittay y Sibá, el judío de la corte con un extranjero mercenario, un benjaminita con otro. Esta oposición sirve para el desarrollo dramático y para sintetizar las actitudes respecto a David.

15,17-22 Salen en dirección oriental, la única escapatoria prudente, bajando al torrente Cedrón. Quereteos y pelteos forman la escolta. Ittay debe al rey una lealtad ilimitada, por su condición de extranjero y por el tiempo de su servicio; por si acaso, el rey los desliga de toda obligación. No pudiendo darle nada en este momento, invoca para él la protección del Señor. Ittay podrá pasar al servicio del nuevo "rey": así llama David a Absalón. A sí mismo se ve como en otros tiempos, huido y sin rumbo; pero esta vez, perseguido por el propio hijo.

15,21 2 Sm 1,23.

15,23-29 Los sacerdotes y el Arca han de volver a Jerusalén a cumplir una doble misión: los sacerdotes garantizan la presencia del Arca en la ciudad santa, serán respetados por Absalón (al menos por motivos políticos), servirán de enlace con el fugitivo. En cuanto al Arca, su puesto en Jerusalén, la ciudad que ella consagra con su presencia. No se la lleva David como paladión, porque no sale en son de guerra. Además, el Arca puede ser una presencia que tiré de él hacia Jerusalén: recordemos la figura de Jacob huido a tierra lejana y atraído hacia Betel por una promesa de Dios.

La solicitud de David por el Arca ha sido la ocasión de la promesa dinástica, quizá esa promesa todavía ampare a la persona de David. Pero como el rey ha escuchado del profeta también una amenaza, no sabiendo cuál es la última palabra del Señor, pone en sus manos su suerte.

15,25 Sal 27,4.

15,28 Sal 55,8.

15,30-31 En importancia es la segunda traición. Como en las escenas anteriores, David concluye con una invocación al Señor: El podrá convertir en necedad el plan del sabio.

15,32-37 La patria de Jusay parece estar situada cerca de Betel, en la frontera de Benjamín con Efraín. "Amigo de David" podía ser un título específico. Lo que David ha pedido al Señor se lo encomienda también a su amigo. Desde la cima pueden ver por última vez la capital. En este momento introduce el narrador la noticia de la entrada de Absalón en Jerusalén.

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