martes, 15 de mayo de 2018

2 SAMUEL. CAPÍTULO 14.

141Joab, hijo de Seruyá, comprendió que el rey volvía a querer a Absalón. 2Entonces mandó a Tecua unos hombres para que trajeran de allí a una mujer habilidosa. Joab le dijo:
-Haz como que estás de luto, ponte ropa de luto y no te perfumes; tienes que parecer una mujer que ya de mucho tiempo lleva luto por un difunto. 3Te presentas al rey y le dices esto (Joab le ensayó toda la escena):
4Mujer de Tecua. (Presentándose al rey y cayendo rostro en tierra). -Majestad, ¡sálvame!
5Rey. - ¿Qué te pasa?
6Mujer.- ¡Ay de mí! Una viuda soy, murió mi marido. Y una servidora tenía dos hijos; riñeron los dos en el campo, sin nadie que los separase, y uno de ellos hirió al otro y lo mató. 7Y ahora resulta que toda la familia se ha puesto en contra de tu servidora; dicen que les entregue al homicida para matarlo, para vengar la muerte de su hermano, y acabar así con el heredero. ¡Así me pagarán la última brasa que me queda, y mi marido se quedará sin apellido ni descendencia sobre la tierra!
8Rey.- Vete a casa, que yo me encargo de tu asunto.
9Mujer.- Majestad, yo y mi casa cargaremos con la responsabilidad; el rey y su trono no serán responsables.
10Rey.- Si alguno se mete conmigo, tráemelo y no te molestará más.
11Mujer.- ¡Que el rey pronuncie el nombre del Señor, su Dios, para que el vengador de la sangre no aumente el daño acabando con mi hijo!
Rey.- ¡Vive Dios, no caerá a tierra un pelo de tu hijo!
12Mujer.- ¿Puedo añadir una palabra al rey, mi señor?
Rey.- Habla.
13Mujer.- Con lo que acabas de decir, te condenas a ti mismo, porque al no dejar que vuelva el desterrado estás maquinando contra el pueblo de Dios. 14Todos hemos de morir; somos agua derramada en tierra, que no se puede recoger. Dios no dará muerte al que toma medidas para que no siga en el destierro el desterrado. 15He venido a decir esto al rey porque algunos me han metido miedo, y una servidora pensó: <<Voy a hablarle al rey, a lo mejor sigue mi consejo; 16el rey comprenderá y librará a una servidora de los que intentan extirparnos de la heredad de Dios a mí y a mi hijo a la vez>>. 17Tu servidora pensó: <<La palabra del rey, mi señor, me servirá de alivio, porque el rey es como un enviado de Dios, que sabe distinguir el bien y el mal. ¡El Señor, tu Dios, esté contigo!>>.
18Rey.- No me ocultes nada de lo que voy a preguntarte.
Mujer.- Hablad, majestad.
19Rey.- ¿Ha andado de por medio la mano de Joab en todo esto?
Mujer.- ¡Majestad, por tu vida! Las palabras de vuestra majestad han dado en el blanco. Tu siervo Joab es quien me mandó y me ensayó toda la escena. 20Ideó esto para no presentar el asunto de frente; pero mi señor posee la sabiduría de un enviado de Dios y conoce todo lo que pasa en la tierra.
21El rey dijo a Joab:
-Ya ves que he dado mi palabra. Anda a traer al muchacho, Absalón.
22Joab se postró rostro en tierra, haciendo una reverencia, y dio las gracias al rey:
-Majestad, hoy he visto que estás bien dispuesto conmigo, pues has accedido a la petición de tu siervo.
23Se levantó y marchó a Guesur y trajo a Absalón a Jerusalén.
24El rey ordenó:
-Que se vaya a su casa, porque no quiero recibirlo.
Absalón volvió a su casa, sin ser recibido por el rey.
25No había en todo Israel hombre más guapo ni tan admirado como Absalón: de pies a cabeza no tenía un defecto. 26Cuando se cortaba el pelo -acostumbraba hacerlo de año en año-, el pelo cortado pesaba más de dos kilos en la balanza del rey. 27Tuvo tres hijos y una hija, llamada Tamar, una muchacha muy guapa.
28Absalón residió en Jerusalén dos años sin ser recibido por el rey. 29Entonces llamó a Joab, para que fuera al rey como enviado suyo, pero Joab no quiso ir; lo llamó por segunda vez, y tampoco quiso. 30Absalón dijo a sus criados:
-Mirad, Joab tiene sembrada cebada en la tierra junto a la mía. Id a quemársela.
31Los criados de Absalón la incendiaron. Entonces fue Joab a casa de Absalón y le dijo:
-¿Por qué han quemado tus criados mi tierra?
32Absalón contestó:
-Mira, mandé a decirte que vinieras para enviarte al rey con este mensaje: <<¿Para qué he vuelto de Guesur? ¡Mejor estaba allí! Quiero que el rey me reciba, y si soy culpable, que me mate>>.
33Joab fue a decírselo al rey. El rey llamó a Absalón, que se presentó ante él y le hizo una reverencia rostro en tierra, y el rey abrazó a Absalón.


Explicación



Una vez más demuestra Joab su percepción aguda y su capacidad de obrar rápidamente. Por una parte, el rey comienza a echar de menos a su hijo Absalón, pero razones de estado lo cohíben; con un empujón discreto podrá hacer el rey lo que en realidad desea, y Joab se habrá apuntado un tanto. Por otra parte, Absalón es un probable candidato a la sucesión: muerto el primogénito, podría el tercer hijo ser el pretendiente (del segundo no se habla en esta historia, sólo se recoge su partida de nacimiento en 2 Sm 3,3). Si Joab ayuda eficazmente a repatriarse a Absalón, podrá contar con su favor y conservar el puesto de segundo en el reino.


Pero Joab no quiere atacar de frente, y por eso prepara una astuta escenificación: una mujer de Tecua, diestra en imitar y fingir, allanará el camino, tanteará al rey. Si el resultado es favorable, Joab dará la cara.

El núcleo de la escena ser´un caso de coincidencia, que se presentará personalizado, como objeto de una representación dramática.

El caso es la colisión de dos principios de justicia: el deber de vengar el homicidio y el deber de conservar el apellido. En el antiguo Israel hay una institución, que podemos llamar "goelato" (del verbo g´l), y que se basa en la solidaridad de la familia o clan: cuando una propiedad ha sido o va a ser enajenada, uno de la familia o clan, por orden de parentesco, tiene que comprarla o rescatarla para que quede en el seno de la familia; cuando un miembro se hace esclavo, ha de ser rescatado en las mismas condiciones; si un miembro es asesinado, hay que vengar su muerte matando al asesino y restableciendo la justicia. Sin pertenecer a la familia o la tribu, el rey puede asumir el papel de go´el = rescatador o vengador.

¿Y si el asesino es miembro de la misma familia? ¿Tiene que matarlo el pariente más próximo? ¿Hay que restablecer la justicia duplicando las muertes? El caso llega al extremo cuando sólo quedan dos hijos: vengar la muerte de uno significaría acabar con el apellido. Y también hay un deber, que incumbe a la familia, de conservar el apellido.

Este es el caso, que a la letra no se puede aplicar a David, puesto que le quedan más hijos. Pero la formulación extremada sirve para subrayar el dilema.

Personalización. Se trata de la madre viuda: muerto el marido, toca a ella la responsabilidad de la familia. La mujer tiene que dar hijos al marido, para asegurarle sucesión y continuidad del apellido; también tiene que cuidarlos y protegerlos, sobre todo si el marido muere. Por deber de justicia con el marido tiene que defender la vida de los hijos; aparte el amor maternal, que le dará fuerzas para cumplir su deber de fidelidad.

El grito inicial ¡Sálvame! expresa ese peligro de la familia; con la siguiente exclamación, expresa la conmoción personal de la madre. Su discurso está articulado sobre la triple mención de la muerte: murió el marido - mató al hermano - mataremos al asesino. Poética es la imagen de la vida como una última brasa. En las palabras de la mujer advertimos el recurso ya conocido de empezar varias palabras de la frase con el sonido alef; cinco palabras de seis en la frase inicial. En la frase final llaman la atención la acumulación de sibilantes y la serie de vocales i (se trata de pequeños efectos que valoran la declamación).

De esta responsabilidad familiar la mujer no puede desentenderse: si es culpa no matar al asesino, ella carga con la culpa; si es culpa dejarlo matar, ella sería responsable. Por eso no puede aceptar las palabras evasivas del rey, no puede cejar hasta conseguir una promesa con juramento. El rey promete intervenir: no basta, porque podría fallar contra el asesino; el rey promete defender a la mujer; no basta, porque es la vida del hijo lo que cuenta, no la suya. El rey tiene que fallar contra el vengador de la sangre a favor de una vida y un apellido.

Representación. Joab ha sido una especie de autor, apuntador y director de la escena; la mujer ha sido personaje único; público es David en su tribunal. Pero, como David no lo sabe, se convierte sin querer en personaje, tiene que tomar partido, la representación lo interpela hasta el extremo del juramento. Algo parecido a lo que sucedió con la parábola de Natán, sólo que más complejo.

Aplicación. David tiene que asumir su responsabilidad. Hasta ahora parece que todos quedaban fuera: el rey, porque la responsabilidad caía sobre la "casa" o familia de la mujer; la mujer, porque estaba representando una comedia. Ahora cambian las dos actitudes: el rey, que haría justicia ejecutando al asesino, haría injusticia destruyendo su propia casa; la mujer se siente comprometida, porque con la casa del rey está comprometido el "pueblo de Dios".

Matando a Absalón, el rey no devuelve la vida a Amnón. La mujer lo dice de modo general, aunque en primera persona del plural, que indica su participación y la de todo el pueblo. En estas palabras, ella es como la madre de Israel pidiendo: "Sálvanos" (recuérdese el título de Débora en Jue 5,7). Y porque participa en la vida de todo el pueblo, se ha atrevido a hablar al rey: en el fondo, su comedia no era ficción, sino metáfora de su amor al pueblo. El rey con su conducta está atentando contra un hijo de Israel y contra una madre del pueblo. David está haciendo un mal, pensando obrar bien; las palabras de la mujer, en tono de adulación cortesana, intentan cambiarlo, para que distinga y escoja el verdadero bien. Entonces el rey será mensajero de Dios, mediador para bien de todo el pueblo.

La invocación final descubre la última dimensión de lo que sucede. Hacía tiempo que no oíamos hablar de esta asistencia del Señor a David.

14,6 Gn 4,8.

14,7 Véase la legislación en Nm 35,9-29; Dt 19,11-13, y el ejemplo de Gedeón (Jue 8, 19-21). En aquellos tiempos no era fácil hacer fuego, había que conservarlo en casa con los mayores cuidados.

14,9 Recordemos el afán de David por mantener y mostrar su inocencia en los asesinatos de Abner e Isbaal.

14,11 1 Re 1,52.

14,17 Is 7,15.

14,20 Recordemos el proverbio: "Es gloria de Dios ocultar un asunto, es gloria de reyes averiguarlo" (Prov 25,2).

14,21-24 El rey no emplea la designación común "mi hijo". Le perdona la vida, no le devuelve su favor. De este modo Absalón queda al margen de la vida de corte y no puede pensar en suceder a David.

14,25-28 El narrador aprovecha este espacio vacío para hacer una presentación de Absalón, importante en vistas a los próximos sucesos. El tono es poético, sin temor a exageraciones. El dato de la cabellera tiene una función narrativa capital, el autor quiere que nos fijemos en ella.

Sobre los tres hijos hay que notar lo que se lee en 18,18. La hija es quizá suegra del rey Roboán (1 Re 15,15; 2 Cr 13,2).

14,30 Jue 15,4s.

14,32 Para las ambiciones de Absalón la lejanía forzada de palacio es intolerable. Contando con el juramento del padre y aceptando algún riesgo, lo enfrenta con una decisión extrema: o la muerte o el favor pleno. El rey se rinde sin palabras. La brevedad extrema de la última frase recoge y resuelve toda la tensión del capítulo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario